El apoyo de sus padres fue fundamental en todo esto, porque a pesar de lo riesgoso que significa ser piloto de un avión de combate, su madre Susana y su papá Adrián estuvieron siempre a su lado. Al respecto el piloto nos dice que " yo corté el cordón umbilical a los 17 años, ahora que soy padre entiendo que significa tener hijos, pero mi papá y mi mamá nunca me objetaron mi decisión, siempre me apoyaron, es más, hasta me aconsejaron que durante mis estudios en Córdoba dejara de andar en moto para evitar algún accidente que pusiera en riesgo mi carrera".
Y así comenzó la historia, como en las películas, el héroe se va de su casa y viaja hasta Córdoba para ingresar a la Escuela de Aviación, cuatro años de estudio y preparación, para luego emprender la carrera como piloto de combate.
-¿Qué sentiste cuando llegaste a Córdoba?
La emoción de haber cumplido el primer objetivo, que fue pasar los exámenes de ingreso no solo el téórico práctico, sino también el físico que es muy exigente. Por suerte ingresé con un muy buen promedio gracias a la educación que recibí en el Colegio Marista.
-¿Pero no te sentiste solo?, tenías nada más que 17 años
La verdad es que nunca me puse a pensar en eso, mi objetivo era muy claro, yo estaba muy apasionado por enfrentar este desafío y creo que mis padres me ayudaron mucho en eso porque en ningún momento pusieron reparo alguno, o sea que no intentaron retenerme. Ellos entendieron que mi elección significaba irme de casa y así lo hicieron.
- Durante la instrucción, ¿cuándo fue la primera vez que subiste a un avión?
Durante la instrucción no se vuela pero a mí me tocó vivir una situación muy particular. Al poco tiempo de estar en la escuela, mi hermano menor sufrió un accidente que le costó la vida. Sin saber el trágico final me avisan que debo regresar a San Rafael, entonces el Director de la Escuela ordena que se me traslade en un avión Mentor hasta la ciudad de Córdoba, en ese momento estabamos en el sur de la provincia.Yo tenía una doble sensación por un lado la emoción de subirme por primera vez a un avión militar biplaza y por otro lado intuía que algo malo había sucedido. Ese vuelo me terminó de demostrar que yo quería ser piloto.
-¿Cómo es la vida en la Escuela de Aviación?
Es como cualquier carrera universitaria: dura en el estudio y de un compromiso mayor porque uno está lejos de su hogar. Para mí el segundo año fue muy duro porque al estudio tuve que agregarle una nueva responsabilidad, que fue la de ser tutor de un cadete de primer año. Ese segundo año realmente fue muy exigente y a veces me sentaba a estudiar y me preguntaba qué estaba haciendo pero las ganas de eser piloto pudieron más.
Nosotros permanecíamos toda la semana en la Escuela y los fines de semana cada uno decidía donde ir, yo me quedaba en la casa de mis abuelos que viven en la Capital y luego regresaba el domingo por la noche. Durante esos 4 años de estudio aprendí muchísimas cosas pero sobre todo debo decir que la convivencia junto a mis compañeros me enseño a valorar el trabajo en equipo. Nosotros hoy nos juntamos y todos sabemos que reacción va a tener cada uno de nosotros ante cualquier situación , esa sensación de conocer a tus compañeros es única y maravillosa, porque formás parte de una familia y de un equipo.
-¿Malvinas incidió un poco en todo esto?
Y sí... no lo voy a negar. Yo tenía sólo 8 años durante la guerra y en ese entonces jugábamos a los soldaditos con nuestros primos, pero una vez que ingresé a la Escuela y conocí a los héroes de esa guerra me di cuenta del significado que tenían en la historia argentina. Muchos de ellos fueron profesores míos y debo decir que es un orgullo para mí haber compartido historias y haber sido alumno de ellos. Cuando tuve la oportunidad de viajar a Italia como instructor tomé la dimensión del prestigio que tienen nuestros pilotos en el mundo.
-¿Cuál fue el primer avión al que te subiste como piloto?
El Mentor. Es un avión que se construyó en Argentina. Tiene un motor a hélice cómo si fuera el de una avioneta grande de 160 caballos. Es un avión que permite hacer acrobacias, tiro, permite hacer prácticamente todo. Es un avión chico si uno lo ve, pero excelente. Los países que lo han dejado de usar por los años que tenía y han comprado otros aviones, no saben cómo hacer para volver a ese que es muy noble. Es para entrenamiento.
- A vos te dijeron “señor, acá tiene la ropa”, es como el autito nuevo. ¿Qué sentiste en el momento que encendiste el motor?
Es todo un tema la puesta en marcha de un avión. Antes de subirme a ese avión yo tenía un montón de exámenes teóricos, me había ido con compañeros a ver aviones que estaban en el hangar sin volar y nos poníamos a practicar. El que se sentaba atrás hacía las veces de instructor, trataba de poner un poco en problemas al que estaba sentado adelante. Generalmente cuando uno se sube por primera vez se borra todo. Se pone en marcha y con ese ruido, de a poco, uno ayudado por el instructor empieza a sentirse más cómodo y a recordar los procedimientos. Uno vuela con el instructor y el vuelo sólo, viene alrededor del número 20.
-Y ahí en el vuelo número 20, ¿ya tenías mentalizado todo lo que tenías que hacer o dudaste en algún momento cuando sentiste el motor?
No, porque teníamos una exigencia altísima. Antes de salir a volar, incluso hasta el vuelo número 20 se tomaban emergencias que había que saber de memoria. Se exigía un nivel de memoria tal que había que repetirlo tantas veces que yo lo ponía en el autito en el que viajaba y los repasaba mentalmente. Es tanto lo que uno repasa y todo que cuando uno llega a ese vuelo solo habiendo volado 20 veces, no se tiene problema. Sí sentís ruidos que nunca sentiste, se siente el vacío del asiento de atrás, y uno está con toda la adrenalina, porque no está la persona de atrás que va a poner el límite si uno está mandándose una macana, pero no había nadie que dijera que estabas haciendo algo mal y tenés que tener tu propio control, y eso es lo más difícil cuando uno vuela sólo. No hay nadie que no sea uno mismo.
- En los vuelos de entrenamiento, ¿alguna vez corriste peligro?
No. No tengo ningún recuerdo de un peligro. Si tuve algunas circunstancias en los vuelos de Mirage por los tipos de vuelos que eran y los sistemas de armas más complejos. Se dieron circunstancias que se pudieron resolver sin problemas.
-¿Después del Mentor con qué avión seguiste?
Seguí con el Tucano. Es un avión brasileño de instrucción que ya tiene asiento eyectable, que se vuela con máscara de oxígeno, permite mayor altura y sobre todo lo que permite es un instrumental para hacer vuelo por instrumentos, lo que es fundamental. Con el Tucano se volaba nocturno y por instrumentos. El vuelo por instrumentos es ciego. Al no tener vista, uno mide aceleraciones pero el cuerpo empieza a engañar, uno se siente derecho y ve que está torcido y viceversa.
Una velocidad alta para ese avión es de unos 400 km. por hora.
- ¿Quién te dijo que podías pilotear Mirage?
Yo siempre apunté a lo más alto que me diera el cuero, entonces siempre que me preguntaban yo decía que quería volar avión de combate. Como el orden de mérito con el que salí del curso militar me permitía elegir, fui a Mendoza a hacer el curso de piloto de combate y de ahí se separan tres especialidades: piloto de combate, piloto de transporte y helicóptero. El orden de mérito me permitió ir allá, y allá lo máximo para mí era Mirage.
Tuve un año y medio de curso de avión militar, después medio año que volábamos en la escuela con Mentor, y después me fui a Mendoza. Después me destinaron a Tandil y ahí volé Mirage. En el curso también volé en el Pampa, un avión a reacción que permite hacer de todo. Es un avión que se puede usar para lo que uno quiera, pero se usa para hacer instrucción avanzada. Es excelente. Comparándolo con el que pude volar en Italia puedo decir que es un avión excelente. No tiene nada que envidiarle a ningún avión de esa categoría.
Mi objetivo siempre fue volar un MIrage III y cuando llegué a Tandil tuve la oportunidad de integrarme a un escuadrón que se estaba formando allí. EL Mirage es un avión de origen francés que fue comprado en la década del 70. Es bastante completo, pero necesita mucha asistencia del exterior, algo que hoy no ocurre con el resto de los aviones. Estos escuadrones que están en Tandil siguen siendo la principal defensa del país en el aire, nosotros éramos los encargados de custodiar cualquier evento, como por ejemplo la cumbre que se realizó en Mar del Plata donde vino el Presidente de los EE.UU.
La primera vez que lo volé fue durante un simulacro de combate, donde mi jefe de sección y yo debíamos enfrentar a otra máquina en el aire. Para ser sincero hubo mucha descoordinación pero no me derribaron , con el tiempo y las horas de vuelo empezás a mejorar estas deficiencias naturales.
Sí... Tuve la suerte de ascender a Jefe de Sección y luego a Jefe de Escuadrilla, a partir de este puesto estás habilitado como instructor de Mirage. Esta categoría te exige coordinar la tarea de 4 aviones en combate y dependés de un Jefe de Escuadrón.
-¿Y de ahí para Italia?
Si. Me seleccionaron para viajar como instructor de vuelo. La Argentina tiene convenio firmados de intercambio con países como Italia, EE.UU. y España. A mi me tocó viajar al sur de Italia, a Lecce, allí fuí como instructor de vuelo a enseñarles a los egresados de la Escuela de Aviación de aquel país. Un orgullo y una experiencia invalorable porque tuve que aprender el idioma y convivir con pilotos que no conocía.
-¿ Te premiaron allá?
Si... Gracias a Dios (se sonroja), mi trabajo dejó un buen recuerdo. Estuve dos años y tres meses en Italia, al principio fue muy duro porque me costaba integrarme y a mi familia también, pero con el correr de los días y con la ayuda de mis compañeros, me inserté en la sociedad, que por cierto, es cerrada hasta que te aceptan. Los italianos son muy apasionados, y gracias a esta cualidad que compartimos con ellos pude realizar mi trabajo que después los propios alumnos premiaron cuando me eligieron el mejor instructor de la Escuela.
Y un día volvió a la Argentina para empezar la Escuela de Guerra, requisito fundamental para seguir escalando en la carrera militar. Este regreso lo hizo recalar en Buenos Aires donde vive actualmente. "Lo único que lamento es que haciendo la Escuela no podes volar aunque mi objetivo es ser Jefe de Escuadrón para seguir en el ruedo".
Dueño de una humildad sorprendente y de una actitud envidiable para afrontar la vida, Carlos o "Toni" o "el facón" sigue su carrera militar. A pesar de los salarios bajos que paga el Estado, la pasión y la vocación están intactas como cuando egresó del secundario.
Carlos Tonidandel, un hombre dueño de un fuerte carácter y una sólida determinación, que lo han llevado a conseguir los logros más importantes que su carrera ofrece. Y al que todavía le queda mucho camino por recorrer y objetivos que conseguir. Una más, de tantas historias anónimas que esconde nuestra ciudad, en la que brillan hombres como nuestro entrevistado de hoy, marcando un camino y dejando una impronta que seguramente seguirán otros, en mil actividades distintas, pero siempre sometiéndose al rigor y asumiendo la disciplina que el camino que eligieron les exige.
Una muestra más, de que no todo está perdido y que cuando los estímulos son adecuados, las respuestas siempre aparecen. Y las circunstancias, que para la gran mayoría terminan siendo los argumentos para explicar por qué no pudieron hacer lo que tenían que hacer, para los escasos integrantes de la estirpe de Carlos, son las cucardas que terminan agregándole brillo a cada uno de sus logros.
FUENTE: MediaMza.com